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5 de enero de 2023

Localizado en el Bierzo el ‘pasador’ de una capa o cinturón de hace 2.000 años

El último Boletín del Museo Arqueólogico Nacional se ha hecho eco del hallazgo fortuito de dos pequeñas piezas de bronce en Carracedo de Compludo, en 2020, que, en uno de los casos, según un estudio, podría tratarse de un pasador de capa (o de cinturón) en forma de «T», de cronología iberorromana.
Imagen del pasador publicado en el boletín del Museo Arqueológico Nacional. DL

El último Boletín del Museo Arqueólogico Nacional se ha hecho eco del hallazgo fortuito de dos pequeñas piezas de bronce en Carracedo de Compludo, en 2020, que, en uno de los casos, según un estudio, podría tratarse de un pasador de capa (o de cinturón) en forma de «T», de cronología iberorromana.

La publicación del estudio viene firmada por Artemio M. Martínez Tejera, del Instituto de Investigación Histórica de la Universidad de Girona. Este pasador de capa (¿o de cinturón?) en forma de «T» es el primero localizado en la provincia de León y el segundo encontrado hasta la fecha en toda la Comunidad de Castilla y León —el otro apareció en Paredes de Nava, provincia de Palencia, y se dató en época íbera— y resulta muy interesante «pues los remates o pomos del vástago superior no terminan, como suele ser habitual, en formas cónicas, trapezoides o semiesféricas sino poliédricas, en este caso hexagonales».

Y por si acaso no resultara ya interesante el hallazgo, Martínez Tejera añade en el artículo: «El pasador en forma de «T» es un elemento indumentario femenino de origen íbero, que se ha localizado, casi de manera exclusiva, en yacimientos del centro, sur y suroeste de España, si bien la inmensa mayoría de los ejemplares conservados –muchos pertene colecciones particulares– se enmarcan en la órbita romana y aparecieron descontextualizados, es decir, fuera de un contexto arqueológico».

La cronología de estos pasadores de bronce para capa (o para cinturón) se sitúa desde época prerromana (íbera) hasta el final del mundo romano (siglo II a. C.—siglo V d. C.), aunque también se han encontrado ejemplos mucho más tardíos, del siglo XVI, en Segovia, «lo que nos habla de la vigencia de este tipo de ajuares a lo largo de los siglos», explica el estudio publicado en la revista del MAN.

En el siglo II a. C. ya se estaba llevando a cabo el proceso de implantación del mundo romano en Hispania, lo que significa que la genealogía puede ser tanto íbera como romana. De hecho, en Ceuta los pasadores –los únicos hallados en una excavación arqueológica– son todos romanos, del siglo I a. C. los más antiguos, advierte Martínez Tejera.

El pasador en «T», formalmente parece derivar o inspirarse en las fíbulas que desde el Hallstatt avanzado, pero especialmente en época de La Tène y del mundo romano, se dotaron de un gran resorte perpendicular en el arco. La pobreza de la factura, la humildad del metal empleado en la mayor parte de los ejemplares (generalmente en bronce) y el hallazgo de piezas en muchos enclaves relacionados con el medio rural parecen indicar la vinculación de este elemento indumentario con las clases «populares» de la sociedad hispanorromana: «En resumen —dice a modo de conclusión Martínez Tejera— podemos afirmar que la filiación de este elemento indumentario debe buscarse entre las poblaciones del interior peninsular. Además, es lógico que en época romana la indumentaria «indígena» perdurase mejor entre las poblaciones rurales de las zonas interiores que entre los pobladores de las zonas costeras, donde el mercado local era más permeable al acceso de las modas y de otras manufacturas «cosmopolitas« que acabarían imponiéndose».

¿Estaría, en el caso del aparecido en la Tebaida berciana, estar relacionado con la actividad minera y metalúrgica llevada a cabo por los romanos en El Bierzo desde el siglo I a. C. al siglo II d. C.? ¿O por los pueblos prerromanos que, ya anteriormente, buscaban oro bateando los ríos de la zona? «Sea como fuere —dice— , el hecho es que el área de Carracedo de Compludo, junto con la de Prada de la Sierra, conforman una gran explotación romana de más de 11 hectáreas de extensión en la que se encuentra la mina de oro de Peñas Blancas, en explotación en época romana altoimperial».

Piezas similares se exponen en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, el Museo Arqueológico Nacional, en el Museo Arqueológico de Barcelona y en el British Museum de Londres.

Junto al pasador en forma de «T» se localizó –a escasos centímetros, indica el descubridor– otra pequeña pieza, también de bronce, profundamente curvada (¿o doblada?) en uno de sus extremos, lo que lleva a los expertos a afirmar que podría haber tenido un uso junto o bien separado, «pero por lo menos, en la misma prenda de vestido»

¿Y si se tratase de una fíbula y esta fuera la aguja? Por sus dimensiones, materiales y morfología resulta muy difícil admitir tal posibilidad, dice el investigador del Instituto de Investigación Histórica de la Universidad de Girona; además, la categoría socioeconómica de quienes llevaban un pasador y una fíbula era muy distinta. «La morfología de las fíbulas de arco o «tipo ballesta», la más común entre los siglos III y V, presenta grandes diferencias con un pasador en forma de «T»: la acusada curvatura del arco, muy escasa en el pasador; ausencia de protuberancias a los pies, lo que no sucede en los pasadores, y mucho menos de un remate a modo de travesaño. En nuestra opinión, por el material y la tipología de la pieza, nos inclinamos a pensar –a falta de una investigación más detenida llevada a cabo por un especialista en orfebrería antigua– que nos encontramos ante un pasador en forma de «T» y no ante una fíbula de arco o ballesta; pero ante un modelo de pasador que, probablemente, «imitase» formalmente una «fíbula de arco o de ballesta», mucho más prestigiosa», concluye el informe.

31 de enero de 2018

Buscan con georradar los restos del monasterio de San Fructuoso, en Compludo (Ponferrada)

Los trabajos pretenden localizar los restos de lo que fue el primer enclave monástico fundado por San Fructuoso en Compludo en el siglo VII. De momento, la búsqueda sólo pretende localizar los lugares donde se podría excavar en un futuro
Expertos y vecinos de Compludo han trabajado juntos en la búsqueda del monasterio del siglo VI.
Un grupo de voluntarios y expertos dirigidos por el geofísico Luis Avial, uno de los científicos que participó en la búsqueda de los restos del escritor Miguel de Cervantes, inició el fin de semana los trabajos de prospección para localizar los restos de lo que fue el primer enclave monástico fundado por San Frucutoso en Compludo en el siglo VII. Junto a Avial , participaron en la búsqueda el historiador berciano Vicente Fernández, el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Artemio Tejera y el arqueólogo Fernando Muñoz, junto a vecinos, el alcalde de barrio, Tomás García y el herrero de Compludo, Manuel Sánchez.

A pesar de que la Junta de Castilla y León no le ha dado mayor importancia a la aparición el pasado año de estructuras aterrazadas en Manzanedo de Valdueza que podrían estar relacionadas con el poblamiento en torno a los monasterios de La Tebaida, el vicepresidente del Consejo y concejal de Medio Rural de Ponferrada, Iván Alonso ha insistido en la tesis y la búsqueda del monasterio cuentan con una subvención comarcal al Instituto de Estudios Bercianos y la colaboración de la Concejalía. «Se trata de buscar cualquier prueba o indicio de lo que fue el monasterio fundacional de la Tebaida Berciana», explicaba ayer Alonso.


La intervención en el ‘Prao de la Iglesia’ de Compludo, «el lugar donde la tradición y algún que otro hallazgo arqueológico parecen situar la ubicación concreta de dicho cenobio», junto con las investigaciones en torno al monasterio de Montes y las estructuras aterradas de Manzanedo «pueden darnos una idea de lo que fue ese espacio mítico de gran importancia social y espiritual que hoy llamamos La Tebaida berciana y que luchamos por conocer y por preservar con el objetivo del reconocimiento futuro como Patrimonio de la Humanidad», explicó Alonso, que recordó además que hace más de cincuenta años que nadie ha excavado en el lugar desde que lo hiciera Pedro Menéndez Pidal y «ha llegado el momento de avanzar en la tarea de desentrañar algunos de los secretos de nuestra Tebaida». De momento, la búsqueda sólo pretende localizar los lugares donde se podría excavar en un futuro, algo que podría llevarse a cabo si Medio Rural recibe la subvención de 18.000 euros solicitada a la Diputación.