google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Edad del Hierro
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28 de febrero de 2013

Cancho Roano, el yacimiento más polémico

30 años después de su descubrimiento, presentan el primer recopilatorio de toda la bibliografía científica sobre este templo tartesio de Zalamea de la Serena (Badajoz).
El interior del yacimiento se estructura en diferentes estancias. Foto: A. MURILLO
El yacimiento extremeño de Cancho Roano alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX. Desde su descubrimiento en 1978 el templo tartesio próximo a Zalamea de la Serena y Quintana de la Serena ha sido uno de los hitos arqueológicos que más interés y polémica ha suscitado entre los investigadores especializados en la Protohistoria de la península Ibérica y uno de los que más abundante literatura ha generado.

La Diputación de Badajoz ha editado una obra que recopila la bibliografía científica publicada en 30 años de investigación. El libro, titulado 'Cancho Roano: más que palabras. Bibliografía crítica sobre el yacimiento post-orientalizante de Zalamea de la Serena', es obra del arqueólogo Jiménez Ávila (Mérida, 1965), vinculado al yacimiento desde 1988. El autor ha compartido su actividad entre la investigación y la gestión del patrimonio ha trabajado en la obra casi en secreto.

De sus estudios se extrae que el yacimiento que data del siglo V A.C. fue descubierto para la ciencia hace ahora 30 años. Su excavación y estudio crítico a lo largo de todo este tiempo han permitido sentar las bases iniciales para el conocimiento de las postrimerías de la Primera Edad del Hierro en el tramo extremeño del Guadiana, y de las transformaciones económicas y sociales que experimentaron las poblaciones de estos territorios en aquella época.

Cancho Roano está formado por un conjunto de edificaciones estructuradas en torno a un edificio central, elevado sobre una terraza de piedra, que aparece rodeado por una serie de largas y estrechas naves articuladas en pequeñas habitaciones. Todo ello, a su vez, es circundado por un ancho foso excavado en la roca que delimita un espacio de unos 2.000 metros cuadrados que, sin duda, alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX.

Más de un centenar de títulos
En este libro se hace una recopilación crítica de la bibliografía científica que suma ya más de un centenar de títulos. La ordenación cronológica y la introducción historiográfica que antecede a los comentarios, permiten obtener una clara visión acerca de la multitud de enfoques e interpretaciones de que ha sido objeto este ya célebre yacimiento extremeño, dentro del ámbito de la arqueologia científica. Como toda obra crítica, el trabajo recoge el punto de vista personal del autor, vinculado directamente a la investigación de Cancho Roano desde 1988.

Tal como subraya Javier Jiménez, “la estructura del libro es sencilla, una introducción de la historia de la investigación, fichas de obras sobre Cancho Roano, en torno al centenar, con bibliografía crítica que abarca de 1980 a 2010 y referencias bibliográficas, y un índice de revistas y otro onomástico”.

Al autor del trabajo le han acompañado en su presentación el diputado-delegado y el director del Área de Cultura de la Diputación pacense, Miguel Ruíz y Francisco Muñoz respectivamente, y la jefa del Departamento de Publicaciones, Antonieta Benítez.

Miguel Ruíz ha destacado que "como alcalde de Higuera la Real concozco bien la importancia de los yacimientos arqueológicos para el desarrollo de los municipios y zonas donde se ubican. En mi caso por el poblado celta de Capote, lo que ha posibilitado un incremento turístico importante. Cancho Roano se encuentra en el corazón de La Serena, claro ejemplo de ese desarrollo turístico mencionado y que fue posible gracias a la financiación de la Junta de Extremadura y de la Mancomunidad de Municipios de La Serena”.

Sobre las referencias míticas de Cancho Roano con la Atlántida, Jiménez Ávila ha precisado que se trata tan sólo de consideraciones esotéricas sin ninguna solidez científica.

(Fuente: Hoy)

17 de septiembre de 2012

Los arqueólogos regresan al oppidum de Monte Bernorio (Palencia)

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.
Un año más el equipo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac) ha vuelto al castro de la Edad de Hierro de Monte Bernorio, en el municipio palentino de Pomar de Valdivia,  para intentar sacar a la luz un poco más de su glorioso pasado.
Imagen del Área 3 del castro de Monte Bernorio, donde también
se excavó el año pasado. Foto: IMBEAC.

Un grupo formado por nueve arqueólogos, entre los que hay estudiantes de las universidades Complutense de Madrid y Oviedo, que comenzó con los trabajos hace una semana. Una nueva campaña que ha sido financiada por el propio Imbeac ya que no han contando con fondos ni de la Junta ni de la Diputación aunque sí esperan que les apoyen económicamente desde los ayuntamientos de Pomar y Barruelo.

Pese a la crisis y la falta de ayudas públicas la campaña se ha podido llevar a cabo gracias también al trabajo de apoyo de ocho personas voluntarias que se desplazan algunos días para ayudar a los arqueólogos. Con la ayuda que no han podido contar finalmente debido a la escasez de fondos ha sido con la de los expertos de la Universidad de Burdeos.

Excavación de veinte días de duración en la que además de Monte Bernorio tienen previsto prospectar en otros yacimientos que están analizando en la Montaña Palentina. En el castro de Villarén este año los trabajos se centran en el área 3. Allí se estudiarán dos edificaciones con el fin de ver cómo eran las cabañas donde residían los habitantes del castro. «Queremos analizar cómo eran las viviendas, cómo se cerraban, su planta, si encontramos indicios de que existieron puertas, etc.», concreta Jesús Francisco Torres Martínez, director del proyecto junto al catedrático Martín Almagro.

El proyecto del castro de Monte Bernorio se presentó en el año 2004 ante la Junta de Castilla y León como una iniciativa de investigación integral que contemplaba tanto la investigación científica como la proyección patrimonial de los yacimientos arqueológicos en su área de interés y su difusión.
Vista aérea del castro de Monte Bernorio, próximo a Aguilar de Campoo.
Foto: Proyecto Monte Bernorio (Facebook)

Actualmente se encarga de la gestión del proyecto el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac). El estudio científico de los materiales se realiza en el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid.

Han colaborado en el proyecto la Real Academia de la Historia a través de su Gabinete de Antigüedades y el Instituto de Estudios Prerromanos y de la Antigüedad (IEPA). También han participado equipos del Institut für Archäologische Wissenschaften de la Universidad de Frankfurt (Alemania) y arqueólogos de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

El punto central de la intervención es la ciudad fortificada de la Edad del Hierro (oppidum) de Monte Bernorio. Pero además trabajan en la localización e investigación de otros yacimientos arqueológicos por toda el área nororiental de la provincia de Palencia y sur de la Comunidad Autónoma de Cantabria, con especial atención a aquellos yacimientos relacionados con la Edad del Hierro.

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.

3 de agosto de 2012

Terminan las excavaciones arqueológicas en el yacimiento Astur- Romano de Lancia (León)

En esta campaña han participado 25 estudiantes de arqueología de diferentes universidades españolas.
Trabajos de excavación 2012 en la ciudad astur-romana de Lancia (León).
Foto: Diputación de León
La Diputación de León ha dado por finalizadas las excavaciones arqueológicas que se han realizado durante el pasado mes de julio en la ciudad astur romana de Lancia y a las que la institución provincial ha destinado durante esta campaña, la decimosexta, 22.000 euros.

En estas excavaciones, dirigidas por Liz Guiral y Jesús Celis, han participado un total de 25 estudiantes de arqueología de varias universidades españolas y varios profesionales. La excavación pretendía estudiar uno de los edificios de Lancia, que se encuentra ubicado cerca del foro, frente del mercado y dentro del recinto propiedad de la Diputación de León. Esta construcción, que los arqueólogos consideran excepcional, cuenta con grandes sillares caídos sobre la calle y una decumanus también cercana al foro.

Este edificio, que contó además con cierres de opus latericium y seguramente con revestimientos de mármoles y rocas nobles, fue construido en varias fases. La última de ellas presentaba en su interior dos hornos de forma oval y cuadrada, cuya utilidad no está demostrada pero, según los expertos, podría tener que ver con una producción de alimentos para su venta, aunque no se descarta un uso doméstico. Los responsables de la excavación apuntan a que el edificio fue utilizado en un principio para otras funciones.

Por otro lado, las excavaciones también se han concentrado en otra de las fincas de la institución provincial, concretamente en el pago conocido como de Valdealbura. En este lugar se ha excavado parcialmente una escombrera o cenizal que procede de los depósitos acumulados por los astures y por los romanos en el Alto Imperio y que podrían datarse entre los siglos III a, C. y I d.C.

La excavación en esta campaña se ha centrado en los niveles de la II Edad del Hierro, que han aportado numerosos vestigios con importantes lotes de los huesos de los animales consumidos durante la vida del oppidum, -ahora en proceso de estudio por la Universidad de León- restos de cerámicas conocidas como de tipo celtibérico, bolitas celtibéricas, cerámicas a mano, fragmentos de objetos de hierro y fíbulas de bronce típicas de esta fase del yacimiento.

La peculiaridad de estos hallazgos muestra por un lado lo extensa e importante que debió ser la ocupación del lugar en época prerromana y, por otro, las relaciones de la cultura material hallada con el área centromeseteña, territorio de los vacceos.

El cenizal podría a tener cerca de cuatro metros de profundidad y tan solo se ha sondeado en 1,5 metros, por lo que será necesaria una intervención especialmente dedicada a completar dicha secuencia, que se considera fundamental para conocer la dieta y las costumbres de los astures lancienses.

(Fuente: ileon.com)

7 de junio de 2012

Hallan 11 castros fortificados de la Edad del Hierro en Burgos

La comarca burgalesa de Las Loras, al norte de Burgos es un territorio histórico que perteneció a la Cantabria antigua. En opinión de los codirectores del proyecto, estos hallazgos podrían conducir a reinterpretar la historia de las guerras cántabras desde un punto de vista "estrictamente operacional".
Emplazamiento de uno de los castros de la Edad de Hierro
descubiertos al norte de Burgos.
Once nuevos castros cántabros y numerosos vestigios medievales han sido descubiertos en la comarca burgalesa de Las Loras, al norte de Burgos, un territorio histórico que perteneció a la Cantabria antigua y donde un grupo arqueólogos ha trabajado durante varios años en más de medio centenar de yacimientos.

Los codirectores del proyecto Alfonso Bourgon, Ignacio Ruiz Vélez y Ramón Bohigas han presentado este jueves en rueda de prensa estas novedades arqueológicas, que se presentarán públicamente en una conferencia, a las 20 horas, en el Ateneo de Santander, y que, en su opinión, podrían conducir a reinterpretar la historia de las guerras cántabras desde un punto de vista "estrictamente operacional".

El principal hallazgo son 11 nuevos castros fortificados de la Edad del Hierro pertenecientes al mundo cultural del pueblo protohistórico que llamamos cántabro, en la zona que fue frontera de las llamadas Guerras Cántabras (años 29 al 19 AC).


Los yacimientos han sido descubiertos mediante prospección ocular por Alfonso Bourgon a lo largo de varios años de "exhaustivas" salidas de campo y certificados en visitas posteriores por los doctores Ruiz Vélez y Bohigas, con la colaboración puntual del profesor y arqueólogo Manuel García Alonso y el doctor y catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria César González Saiz.


Las campañas realizadas tenían por objeto el rastreo sistemático del terreno, mediante prospección visual y recogida de materiales en superficie para la identificación de posibles nuevos yacimientos arqueológicos en la franja de territorio comprendida.

La zona está delimitada por Alar del Rey-Villela por el oeste; Montorio-Huérmeces por el este; el valle de Valdelucio por el norte y Sasamón-Villadiego por el sur, según han indicado los codirectores, que han indicado que el objetivo era "completar el inventario arqueológico regional en una zona insuficientemente explorada".

Con los resultados de la campaña se publicará un trabajo revisando el conocimiento científico existente sobre el poblamiento de la edad del hierro en una zona que se identifica "claramente" como límite o frontera entre los antiguos cántabros, que ocupaban las primeras elevaciones y loras de la cordillera, y los turmogos o turmódigos, habitantes de las llanuras cerealistas del entorno de Villadiego y a los que, según las crónicas de los historiadores clásicos, las bandas de guerreros cántabros rapiñaban el fruto de sus cosechas por la fuerza de las armas.

A la vista de los resultados, se pretende también reinterpretar el episodio militar de las guerras cántabras (años 29 al 19 AC), desde un punto de vista estrictamente operacional, en lo que todas las fuentes clásicas y contemporáneas sitúan como la zona donde se inició la campaña de conquista y las primeras operaciones militares de la fuerza de invasión romana.

HALLAZGOS "DIVERSOS"
Los codirectores del proyecto han señalado que "los hallazgos han sido muy diversos, de distinto período y entidad e importancia", y que la "mayor parte" de ellos son asentamientos castreños y yacimientos medievales.

Entre estos hallazgos, "la pieza más antigua" es un 'chopper', una primitiva herramienta de piedra tallada. "Es un núcleo de canto rodado, de cuarcita, tallado con unos golpes básicos para darle un filo cortante, pero que también se ha utilizado como percutor a juzgar por las huellas de uso que presenta", han explicado.

Según los expertos que lo han analizado, su cronología es "muy amplia y poco concreta", oscilaría entre 400.000 y 1.100.000 años de antigüedad; es decir, entre el homo heidelbergensis y el homo antecessor de Atapuerca. Probablemente, según han indicado, es el primer hallazgo de estas características en esa zona del norte burgalés.

Por el contrario, la pieza más moderna es un cobre castellano o vellón resellado del siglo XVII, concretamente de 1636; es decir, una pieza a la que, durante el caos monetario del reinado de Felipe IV, se reacuñó un nuevo valor, en este caso de ocho maravedís.

En medio de estos dos hallazgos casuales hay 11 castros o poblados fortificados del hierro "totalmente inéditos", varias necrópolis tumulares del mismo período asociadas a algunos de esos castros; varios asentamientos no fortificados del mismo período; y antiguas minas de donde obtenían el mineral de hierro para la fabricación de herramientas y armas.

También se ha localizado un asentamiento fortificado tardorromano, es decir, visogodo; tres santuarios altomedievales con necrópolis asociada; restos de dos castillos altomedievales; o tres estelas medievales, una de ellas todavía en pie, entre otros.

REINTERPRETAR LAS GUERRAS CÁNTABRAS
Como apunte general, los codirectores han augurado que "igual no todos los castros se ubicaban atendiendo a cuestiones exclusivamente de defensa" del territorio, "sino a la presencia de la materia prima estratégica por excelencia en aquel momento: el hierro".

Si esto fuese así, han indicado que puede que "haya que reinterpretar un período muy concreto de la historia y muy de moda de unos años a esta parte, como es el de las llamadas guerras cántabras, que tuvieron lugar entre los años 29 y 19 AC.

"Aceptando que no todos los castros localizados sean contemporáneos de ese episodio bélico -algunos serán sin duda mucho más antiguos- en cualquier caso, entre los que se han localizado nuevos en estas campañas y los que ya eran conocidos, el panorama que se nos presenta, en lo que era el límite meridional del territorio histórico de los cántabros es el de una franja fronteriza literalmente plagada de recintos amurallados o fortificados y perfectamente comunicados visualmente entre sí", han explicado.

Y es que, según han elucubrado, "esto quiere decir que las crónicas de los historiadores romanos sobre las operaciones militares contra los cántabros no pueden tener una explicación tan simple como la que nos ha llegado".

21 de agosto de 2011

Restos de la Edad de Hierro en Murumendi (Beasain)

La sociedad arqueológica Suhar viene realizando en ese yacimiento guipuzcoano descubrimientos inéditos. Destacan un molinillo manual, pegado a lo que pudo ser una torre de defensa, los muros defensivos o restos de cerámica y de escoria... 
Murumendi, el mitológico y tan nombrado monte beasaindarra vuelve a ser noticia a lo largo del mes de agosto. No lo es por la recuperación de sus afamadas romerías de agosto de antaño sino por las prospecciones arqueológicas que desde la sociedad arqueológica Suhar vienen realizando, al igual que lo hicieron a finales de los ochenta del siglo pasado arqueólogos de Aranzadi. El objetivo de ir profundizando en la búsqueda de vestigios y restos arqueológicos datados en la Edad de hierro.
Los arqueólogos en plena prospección en Murumendi.
Quienes suben y son habituales de la cima de Murumendi a buen seguro que además del alfombrado verde en infinidad de ocasiones han pisado más de un resto de la muralla de defensa de los poblados que antaño allí existieron en el edad de hierro es decir el S. I antes de Cristo.
En la campaña realizada en los ochenta, la sociedad de ciencias Aranzadi realizó «un trabajo de prospección inédito en una zona con todo el aspecto de ser un recinto fortificado con dos aterrazamientos en forma de escalón», según señalaba Carlos Olaetxea en el informe realizado en su día.
Ahora los miembros de Suhar, con el beasaindarra Ander Arrese al frente, han ido mucho más lejos; fruto de un trabajo muy paciente se han topado con muchos más vestigios de una Edad de Hierro bien avanzada. En el centro de la primera zona defensiva se toparon con una abertura y allí pudo ubicarse una torre y adosado a la pared donde encontraron un molino manual.
Cerámica con torno
En otras prospecciones cercanas encontraron gran cantidad de restos de cerámica, un colgante de bronce...Y es que trabajan al detalle, ya que entre la cerámica aparecida distinguen la realizada artesanalmente, es decir, manualmente y aquellos otros restos que fueron trabajados con un torno. Es impresionante que estos vestigios permanezcan 22 siglos en un sitio tan cercano.
Doble muralla concéntrica
Los miembros de Suhar ubicaron las zonas de los muros de defensa en forma de semicírculo concéntrico hasta llegar a la zona del barranco; y en un plano más elevado hay otros muros cuyo espacio interno era utilizado a beneficio del hábitat humano.
El molinillo manual encontrado en las catas de 2009.
«Ahora queremos dar con vestigios de sus viviendas, el problema es que se realizaban con madera y adobe, elementos que por su propia naturaleza desaparecen y no suele quedar ningún vestigio. A pesar de ello, es nuestro reto», señalaba Ander Arrese. Es el empeño y objetivo de esta campaña que se alargará toda la próxima semana, hasta el día 26.
La pendiente sobre la que se encuentra el yacimiento a los mismos moradores de aquellas zonas hace 22 siglos les condicionó su forma de vida.
En otra de las zonas hallaron gran cantidad de escoria de hierro lo que les llevó a considerar que aquella zona era propia de una fundición al estilo de aquella época, pero no han podido dar con los restos del horno.
  Prueba
Prueba  
El próximo viernes cierran la campaña de este verano desde estas líneas uno de los agradecimientos los trasladan al Lizeo Alkartasuna por la ayuda prestada.
(Fuente: Diario Vasco/JuanTxo Unanua)

3 de febrero de 2011

La extraña semejanza entre mangos de hueso gallegos de la Edad de Hierro


Para ampliar la información sobre el mango de hueso aparecido en una cueva de O Courel (Lugo) y que publicamos en LA BITÁCORA DE JENRI el pasado domingo acompaño este post publicado en CULTURA GALEGA, y que amablemente nos envía Nino, que recoge las semejanzas entre este mango de hueso y otro aparecido hace seis meses en otra cueva de Lanzada (Pontevedra). La traducción la he realizado yo mismo, así que ruego sepáis disculparme los posibles errores. Para ver la información original podéis acceder aquí.
¿Que pueden tener en común una cueva de Courel y otra de la península de Lanzada, en la puertas de la Ría de Arosa? Pues dos curiosos mangos de hueso que han aparecido en estos lugares durante los ultimos seis meses. Estos mangos comparten algo más que una sospechosa apariencia común: en sí mismos son toda una lección de conservación de restos arqueológicos en Galicia. El mango de Courel, fue encontrado por los miembros de un club de espeleología de La Coruña en una cueva cuya ubicación no se ha hecho pública ya que también a aparecieron estos de cerámica en la misma.
El mango de Courel (arriba) y uno de los encontrados en Lanzada.
Según Rafael Rodríguez, arqueólogo y director de las excavaciones de Lanzada "estos dos mangos de hueso pueden corresponder a una larga secuencia temporal que abarca desde la Edad de Bronce hasta la Edad Media". "Ambos mangos de se han conservado hasta hoy porque en Lanzada hay arena y en Courel la cueva es caliza. Estos dos factores, sumados al clima gallego han ayudado a la preservación de los restos".


Para Rafael Rodríguez, los dos mangos, el de Lanzada y el de Courel, se corresponden a la misma época: La Edad de Hierro. En Lanzada aparecieron también otros cuatro mangos, tres de los cuales son muy semejantes entre sí y muy parecidos al hallado en Courel". "Toda una lección de extensión de las modas estéticas a lo largo de Galicia en una época muy distante".


23 de julio de 2010

Tras las pistas de los íberos en El Puig (Alicante)

Reinterpretar la vida de hace 2.500 años a través de las ruinas. Este es el objetivo del equipo de arqueólogos que trabaja desde hace seis años en el yacimiento íbero de El Puig, sobre el Barranco de la Batalla en Alcoy, y la campaña de este año arroja nuevos datos sobre cómo vivían y se relacionaban las familias que habitaron la zona en la Edad del Hierro. La excavación actual se centra sobre una barriada de 400 metros cuadrados en la que residieron unas seis familias, que se vieron obligadas a abandonar el poblado de forma repentina, según las primeras hipótesis, por una rivalidad vecinal. Las cerámicas halladas constatan que a partir del año 325 a.C., El Puig quedó desierto.

El proyecto de investigación en El Puig se inició en el año 2004, y está dirigido por el profesor titular de Arqueología en la Universidad de Alicante, Ignasi Grau, y el director del Museu Arqueològic Municipal de Alcoy, Josep María Segura. El pasado 28 de junio se inició una nueva campaña de trabajos, en la que colaboran catorce alumnos de forma altruista, que se prolongará hasta el próximo domingo. Para este día, según anuncia Segura, «se celebrará una jornada de puertas abiertas para dar a conocer la tarea llevada a cabo, desde las 10.30 hasta las 12 horas, y se pondrá a disposición de los interesados un servicio de autobús gratuito que partirá desde la Tourist Info».
El Puig, que se localiza en un extremo de la urbanización del Estepar, sobre el Barranco de la Batalla, se convirtió en un asentamiento humano durante gran parte del primer milenio antes de la Era. Los restos más visibles son los de su último momento de ocupación en época ibérica clásica, en el siglo IV a.C. Una comunidad de alrededor de trescientas personas escogió este monte, que satisfacía las necesidades estratégicas y defensivas, para construir un poblado de casas cuadrangulares de piedra, articuladas en torno a calles rectas, así como sólidas fortificaciones en el único camino de acceso. El Ayuntamiento de Alcoy concluyó hace dos años la restauración de un torreón de forma cuadrangular.
Según informa Ignasi Grau, «este año estamos trabajando sobre una barriada que ocuparía unos 400 metros cuadrados, en la que vivirían unas seis familias, de las cerca de 90 que llegaron a habitar en todo El Puig, y hemos encontrado documentación de primer orden para poder interpretarla y saber cómo era la actividad diaria del siglo IV antes de Cristo».
A diferencia de campañas anteriores, en las que los arqueólogos detectaron en pequeños cuadros toda la historia del yacimiento desde sus orígenes, en el siglo VIII hasta finales del IV, ahora están obteniendo una imagen del último momento del asentamiento.
«Estamos dando color a una imagen que antes teníamos en blanco y negro, y es que ahora empezamos a conocer con detalle las formas de economía, de la vida doméstica, familiar, de agregación social y de estrategias para relacionarse entre ellos». En este sentido, Grau detalla que el hallazgo de una serie de vestigios han permitido recomponer dietas, pautas de consumo y saber los productos que cultivaban las familias de la Edad del Hierro. «Comían ovejas y cabras principalmente, después cerdos y alguna vaca en tiempos de fiesta. También consumían de forma habitual bellotas y cerveza, y vino en las fiestas. En una habitación también hemos encontrado copas áticas, lo que demuestra que bebían de forma extraordinaria y no ordinaria».
Por otra parte, el grupo de arqueólogos ha detectado niveles de abandono repentino en la zona, que quedó deshabitada partir del año 325 a.C. Grau explica que «las familias dejaron aquí todo lo que tenían, y hay evidencias de que en algunas casas se produjeron incendios, por lo que todo apunta a que les obligaron a marcharse». Asimismo, indica que «hay varias hipótesis a investigar, pero más que una invasión de gente venida de fuera, como cartagineses u otros grupos, puede que hubiese una rivalidad vecinal, y el candidato es La Serreta, que sí mantuvo su vida y vio incrementada su población, posiblemente porque las familias de El Puig fueron obligadas a trasladarse allí». (Fuente: lasprovincias.es)