google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: almorávides
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5 de octubre de 2022

Sacan a la luz un yacimiento almorávide intacto en Uclés (Cuenca)

La presencia de este sector de Uclés, fechable en época almorávide, reviste un interés excepcional ya que sería uno de los pocos yacimientos con esta cronología, intacto, a nivel nacional, lo que constituye un hito fundamental para la investigación de este periodo.
Equipo de trabajo en el yacimiento de Uclés.

La Fundación Fernando Núñez ha presentado en el Monasterio de Uclés los resultados del proyecto concedido a la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) “Uclés de Madina Islámica Cabecera de la Orden de Santiago II”, que han permitido sacar a la luz un yacimiento almorávide intacto y de extraordinario valor,  uno de los pocos a nivel nacional de los siglos XI y XII

El proyecto arqueológico está dirigido por los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha David Gallego Valle, Jesús Manuel Molero García y Cristina Peña Ruiz. Continúa trabajos de la campaña anterior, y ha contado con la financiación de la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Fundación Fernando Núñez y Facultad de Letras de Ciudad Real de la citada Universidad, además del apoyo del Ayuntamiento de Uclés y el Obispado de Cuenca.

Durante los trabajos arqueológicos llevados a cabo, en este caso en la excavación arqueológica del Cerro de la Defensa de Uclés, se ha localizado un asentamiento de extraordinario interés, como es la presencia de un barrio o ciudad anexa de cronología de época almorávide, fechable entre fines del siglo XI e inicios del XII, que se extiende a lo largo de unas 9 hectáreas en el costado oeste de la población actual.

En este asentamiento, no alterado por culturas posteriores, se ha documentado la presencia de una fortaleza coronando la elevación, formada por un recinto interno, un muro perimetral y dos o tres torres de flanqueo. En la parte más elevada de la fortaleza, entre los derrumbes de la misma, se han localizado algunos enterramientos de rito cristiano, que van a ser estudiados a partir de este momento.

Además, al norte de esta fortificación, se documenta un edificio de planta rectangular (parcialmente delimitada), que por los materiales que aporta es de la misma cronología. Esta construcción, puede estar relacionada con un edificio civil de cierto tamaño o quizás, por su orientación, con una mezquita, aunque ambas interpretaciones solo se podrán aclarar con futuras excavaciones. Los materiales arqueológicos localizados en las excavaciones apuntan, todos ellos, a una cronología del periodo almorávide, habiéndose recuperado fragmentos de elementos de vajilla entre los que se encuentran, de forma excepcional, algunos ataifores. Por otro lado, se han recuperado elementos metálicos relacionados con el mundo militar como puede ser un puñal o la contera del mismo, clavos de tiendas así como algunos restos de puntas de flecha.

La presencia de este sector de Uclés, fechable en época almorávide, reviste un interés excepcional ya que sería uno de los pocos yacimientos con esta cronología, intacto, a nivel nacional, lo que constituye un hito fundamental para la investigación de este periodo. El mismo parece estar relacionado con un campamento militar, fortificado, que posteriormente pudo dar paso a un barrio propio donde los almorávides se separaban de la propia población andalusí de Uclés, una vez que conquistó el lugar en 1108, tras la famosa batalla en la que muere el hijo de Alfonso VI, el infante Sancho.

De forma coetánea se han podido documentar mediante estudios de paramentos y prospecciones arqueológicas, la presencia de nuevas fábricas almorávides en el entorno de Uclés y en la propia medina. En estos momentos se está trabajando en la documentación de los mismos así como, gracias al proyecto de estudio de la citada batalla financiado por la Fundación Fernando Núñez, en la compresión de todo el conjunto de elementos fortificados del periodo almorávide que se extienden por el entorno de Uclés, donde se han documentado más de una veintena de recintos militares relacionados con este periodo.
(Fuente: Enciende Cuenca)

22 de octubre de 2015

En busca del escenario de la batalla medieval de Cutanda

Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha (Zaragoza)- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla. El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos.
Voluntarios de Cutanda durante las prospecciones para localizar el campo de batalla. FOTO: HERALDO
En julio de 1120 un ejército almorávide formado por 15.000 hombres se disponía a recuperar Zaragoza, recién incorporada al reino de Aragón, cuando fue interceptado por las tropas del rey Alfonso I apoyadas por contingentes procedentes del mediodía francés. El choque, victorioso para las armas aragonesas, fue decisivo para consolidar la ocupación del valle del Ebro. Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla.

El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son las 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos, más del triple de las previstas y un indicio de que las pesquisas para encontrar el escenario bélico van por el buen camino. Encontrar el campo de batalla sería, según el historiador Rubén Sáez, el “hallazgo del siglo en cuanto a la época medieval”. Además de abrir las puertas a un gran abanico de posibilidades de investigación histórica y arqueológica, constituiría un revulsivo para una localidad con medio centenar de residentes fijos que, si nadie lo remedia, camina hacia la despoblación.

35 HECTÁREAS DE PROSPECCIÓN
Los fragmentos cerámicos suponen más del 90% de todas las piezas encontradas y el 40% de estos materiales corresponden a la época en la que se libró la batalla. Sáez reconoce que al acometer el proyecto esperaba encontrar “muchos menos materiales” -en torno a 1.500 piezas para las 80 hectáreas que, según sus estimaciones, reúnen las mejores condiciones para haber sido escenario de los combates-. La gran cantidad de restos ha retrasado la prospección, que se ha limitado a 35 hectáreas. El historiador delimitó el espacio a investigar a partir del estudio de fotos aéreas que le sirvieron para identificar el mejor emplazamiento para la batalla y con el castillo de Cutanda a las espaldas del ejército cristiano.

El arqueólogo Javier Ibáñez, que también participa en el proyecto, considera que la prueba decisiva de que se ha localizado el campo de batalla sería encontrar las fosas en las que, según las fuentes históricas, fueron enterrados los 15.000 muertos en combate -la cifra podría ser exagerada y estimaciones más prudentes la rebajan a 5.000-. También sería muy significativo encontrar huesos de camello porque los cronistas medievales relatan que el ejército almorávide disponía de 2.000 de estos animales para labores de acarreo o combate.

A pesar de la singular trascendencia de aquel episodio, los libros de historia lo han orillado hasta quedar reducido a un tema de estudio para eruditos y a un referente de la tradición local. La población de Cutanda se dispone ahora a sacar aquel singular hecho de armas del olvido.


UNA BATALLA TRASCENDENTAL 
El presidente de la Asociación Batalla de Cutanda, Roberto Alonso, señala que el choque de 1120 “fue trascendente para la configuración del reino de Aragón al precipitar la conquista de los valles del Jiloca y el Jalón. Se trata de un acontecimiento de la categoría histórica de Las Navas de Tolosa pero que, sin embargo, ha sido olvidado”. Alonso está convencido del potencial turístico que tendrá la identificación del campo de batalla. Le augura proyección “internacional”, porque en las filas cristianas formaban caudillos cristianos del sur de Francia.

Para los vecinos, además de mejorar el conocimiento del hecho histórico más trascendente de su pasado, la localización del escenario de la batalla abriría una puerta para salir del declive. Tamara López, una de las voluntarias de las prospecciones, está convencida de que el atractivo arqueológico e histórico que se derivará del descubrimiento tendrá suficiente tirón “para que el pueblo salga adelante”. Advierte de que, sin este estímulo, el destino de Cutanda es “convertirse en un pueblo fantasma”.

GEORADAR Y DETECTORES METÁLICOS
Sáez e Ibáñez adelantan que el siguiente paso para profundizar en la investigación es incorporar la tecnología a las prospecciones. La próxima primavera quieren retomar la búsqueda con más equipamiento tecnológico, que incluirá un georadar y detectores de metales. De momento, se disponen a afrontar varios meses de trabajo de laboratorio para analizar la avalancha de piezas almacenada, datarla e identificar su procedencia. Entre los huesos se adivinan multitud de restos de ganado mular y también algún hueso humano.

Javier Ibáñez explica que no todos los restos recogidos corresponden al periodo medieval objeto de la investigación. Señala que se han identificado piezas procedentes de una abanico temporal que va del siglo II después de Cristo hasta el periodo cristiano de la Edad Media.

CONMEMORACIÓN DEL 900 ANIVERSARIO
La búsqueda del emplazamiento de la batalla forma parte de los actos preparatorios del 900 aniversario del acontecimiento. La programación arrancó el pasado 17 de junio con la lectura de un manifiesto y podría incluir, entre otras iniciativas, algún tipo de recreación histórica en 2020. Será “algo grande”, como adelante Roberto Alonso. Javier Ibáñez resalta por su parte el entusiasmo con el que el vecindario se ha implicado en la búsqueda de restos y en todas las iniciativas surgidas en torno a la conmemoración. “Todo el trabajo se ha hecho de forma altruista”, remacha.

El primer aprovechamiento socioecónomico derivado de la batalla pasa por conseguir un taller de empleo para formar a ocho auxiliares para excavaciones arqueológicas solicitado por el Ayuntamiento de Calamocha a la DGA. La formación práctica se impartirá en el castillo de Cutanda, una fortaleza catalogada como Bien de Interés Cultural que, según Javier Ibáñez, jugó un papel decisivo en la batalla librada hace nueve siglos que marcó el destino de Aragón.